Es poco usual que un
compositor de la talla y sensibilidad de Joaquín Rodrigo, componga un pasodoble
y menos para un torero, pero es que todo tiene un porqué:
Hace años, viviendo en Madrid,
a Rodrigo lo llevaban a una peluquería a arreglarse el pelo, y a la vuelta lo
acompañaba a su casa, un chaval aprendiz de la peluquería, llamado Paquito y
durante unos dos años en uno de esos paseos, el maestro le preguntó que quería
ser de mayor, y Paquito le respondió que quería ser torero, y que estaba
aprendiendo en capeas, y Rodrigo se rio de buena gana:
“¿Pero Paquito si eres muy
chico, como vas tu a matar los toros si no levantas dos palmos del suelo? Mira,
si un día llegas a ser torero, yo prometo componer un pasodoble en tu honor.”
Pasaron los años y Paquito
creció y se convirtió en Paco Alcalde, dejó la peluquería, no volvió mas a ver
a Rodrigo y comenzó a recorrer tentaderos y de capea y en capea, se convirtió
en novillero, hasta que el año 1974, tomó la alternativa con gran éxito, en
Barcelona de mano de Curro Romero.
Un día recibió la sorpresa de
que el maestro quería “verle”, se acordaba de su promesa. Paco acudió a su
llamada y:
“Ante su mujer, me hizo
sentarme junto a su piano, allí emocionado, escuché aquel pasodoble que me había
prometido cuando yo era su lazarillo, cosa de la que siempre me sentiré orgulloso”
El pasodoble fue grabado por
la “Banda Ateneo Musical de Cullera” en 1976, y presentado por TVE.
Ese mismo año, Paco Alcalde
invitó a Rodrigo y su mujer, Victoria, a comer en su casa, para lo que guisó él
mismo, una paella. En esa comida estaban también la madre del torero y su buena
amiga la actriz Pilar Vázquez.
Fuente:
“JOAQUIN RODRIGO”, su vida y su obra.
de Vicente Vayá Pla (Primer
biógrafo de Rodrigo)
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