"CONCIERTO HEROICO" DE JOAQUÍN RODRIGO
Parece ser que este concierto, nace como fruto de una petición
del paisano y amigo del maestro Rodrigo, nos referimos al pianista Leopoldo
Querol, allá por los años 30 (1933).
Ocupado temporalmente por otros compromisos, abandona esta
composición hasta el año 1939 en que regresa al proyecto. Con motivo de la convocatoria
por parte del Ministerio de Educación del Premio Nacional de Música, para
galardonar un "concierto para piano y orquesta", Joaquín Rodrigo pone
punto final a este Concierto Heroico, recibiendo por él tal galardón.
Es el segundo de los conciertos que llega a componer. Por
referencia a su género, podemos citar el de "Aranjuez" (1939) y el de
"Estío" (1943).
"Sagunto, mi patria chica, a cuyas ruinas he dedicado este concierto". A través de este testimonio personal conocemos la
fuente original de la inspiración de la obra, cuya energía y vigor están
patentes a lo largo de sus cuatro movimientos: Allegro con brío, Scherzo, Largo
y Allegro maestoso.
Su primera audición, el 6 de Abril de 1943, con Leopoldo
Querol como solista de piano y la Orquesta Nacional de España, bajo la batuta
de E. Halffter, ocurre en Lisboa, siendo calurosamente acogida por el público y
generosamente elogiada por la crítica. El 22 de octubre de ese mismo año, se
estrenará en el Teatro Español madrileño, de cuyo programa de mano entresacamos:
"Entonces se precisa la intención de escribir un
concierto heroico, concebido a manera de vasto poema, gente abstracta de la que
el piano fuera protagonista, el héroe, y divida en cuatro tiempos, cuatro fases
distintas, encuadradas por la idea de lo heroico".
La arrebata y diríamos casi impulsiva manufactura del
maestro, origina un virtuosístico concierto distribuido en forma clásica, cuya
duración aproximada sobrepasa la media hora.
En cuanto al tratamiento del piano, queda muy claro cual es
su cometido: "He querido que el piano fuera el héroe y que la
orquesta no le sirviera ni de acompañamiento ni de fondo, sino de estímulo, de
acicate, para poder hacer su hazaña pianística, algo así como la razón y el
porqué de su empresa".
De alguna forma el solista debe ser también un héroe, cuya
labor inteligente de administración de esfuerzo, supone todo un reto a la hora
de interpretar el concierto, pues la resistencia y concentración que implican
su ejecución necesita economía de recursos en aras de un óptimo resultado.
Bibliografía: “Obras Maestras de Joaquín Rodrigo.” de Paula
Coronas Valle.
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